lunes, abril 15, 2024

Dos o tres cosas que tengo claras, de Dorothy Allison

 

Dorothy Allison, popular por Bastarda, hace aquí un recorrido por las mujeres de su familia (y ella misma): tías duras, consideradas feas y ásperas, que han salido adelante con tesón y mucha fuerza y resistencia ante abusos y violaciones. La autora incluye varias imágenes de infancia y juventud. Es un libro breve, que se lee en dos sentadas y deja huella. Las frases de Allison a menudo cortan, no se anda con eufemismos. Aquí van el inicio y dos fragmentos más:

“Voy a contaros una historia”, les susurraba a mis hermanas cuando nos escondíamos detrás de las colinas de tierra rojiza donde se cultivaban frijoles e hileras y más hileras de fresas. Sus caras eran flacas, afiladas, de pómulos altos y ojos inquietos, como la de mi madre, como la de mi tía Dot, como la mía. Aldeanas, es lo que somos y lo que siempre hemos sido. Nos llaman también “vulgo”, “cochambre”, “clase trabajadora”, “pobres”, “proletas”, “chusma”, “escoria” y “gentuza”. De todo ello, de todas nosotras, soy capaz de inventar una historia. Conseguir que sea bonita o triste, hilarante o turbadora. Revestirla de leyenda, de cierta aura, de romanticismo.

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El olor del sitio donde nací –Greenville, en Carolina del Sur– no se parece al de ningún otro lugar donde yo haya estado. Hierba húmeda recién cortada, manzanas verdes partidas en dos, mierda de bebé y botellines de cerveza, maquillaje barato y aceite de motor. Todo maduro, todo en proceso de descomposición. Perros de caza que se me abalanzaban a las pantorrillas. Gente que gritaba a lo lejos; grillos que estallaban en mis oídos. Era un paraje espléndido, lo juro, el lugar más hermoso donde yo haya estado. Hermoso y terrible. El paisaje de mis sueños y también el de mis pesadillas: cielo impoluto azul y rosa, tierra rojiza, arcilla blanca, y ese verdor interminable: kilómetros y kilómetros de sauces y cornejos y abetos.

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Mi familia acumula un largo historial de muerte y asesinato, duelo y negación, rabia y fealdad; en especial, las mujeres.
Las mujeres de mi familia eran circunspectas, varoniles, asexuadas, portadoras de bebés, lastres y desprecio. ¿Mi familia? ¿Las mujeres de mi familia? Somos las que salen en todas las fotos de catástrofes mineras, riadas e incendios. Somos las que salen al fondo, con la mandíbula desencajada, vestidos estampados y petos y batas sin cuello, feas, viejas y exhaustas. Recias, imperturbables, máquinas de parir hijos, anchas de caderas. Todas éramos anchas de caderas, estábamos predestinadas. Caras de pan y, por tanto, idiotas. Manos grandes, de bestias de carga, cabello sin lustre y ojos cansados, hojeando revistas llenas de mujeres tan distintas de nosotras que bien podrían haber sido de otra especie.  
 


[Errata Naturae. Traducción de Regina López Muñoz]

Cartel de Le mangeur d'âmes

 


The Fall Guy: nuevo cartel

 


viernes, abril 12, 2024

El que menos sabe, de Tomás Sánchez Santiago

 

 

DÍA POR DÍA

Uno tras otro. Faros. Mansedumbre
de coches. Bajan a la ciudad cada mañana
a someterse a un ruido sucio de relojes
y al súbito sabor de los abusos
en la rapacidad de los contratos.
Tú ya estabas ahí, los esperabas
despierto y alentando en lo oscuro, registrando
el latido del alba, los crujidos primeros
del mundo, que parece no conmover nada
a esa fila de ruedas sigilosas
manejadas por quienes vienen del sueño y sus relámpagos
y van a entrar así,
día por día,
en la luz laboral de otra mañana,
entre canciones desencadenadas
para apagar el peso de invisibles martillos oscuros,
achuchones en el alma que logran infligir
horarios extendidos y vigilancias ásperas.

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SITIOS DONDE CABE TU CORAZÓN

En las esquinas rotas de las uñas.
En esas pequeñas dunas que hacen los pliegues vivos
de las orejas.
En el filo de las monedas despreciadas sobre los mostradores.
En el ojo solar de los imperdibles
y en el último sorbo que pone el atardecer
sobre una copa más de vino.
Entre las lágrimas de los desposeídos de Lesbos
y estirado sobre la lengua inapropiada de los niños.
Bajo las minas de lapiceros que no saben de números
y ajustado a la piel de las frutas cesadas.
En todo caso cabe él. Ahí lo veo
con la voz de plata y la seda sin trampa de su nombre.
Ni siquiera la nieve será tan menuda
cuando caiga con su sigilo blanco
sobre todas las cabezas del invierno.

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(29, junio)

Últimas apariciones aún salen a recibirme si entro solo, ya de noche, tanteando por entre una geografía desvitalizada. Flores de plástico, tarros mediados de sustancias con la ferocidad de lo que caducó en silencio, el historial médico de tus anomalías resueltas en nombres afilados con fervor clínico… Eso es lo que va quedando ya, como quedan los sedimentos resecos en el fondo de un plato abandonado. Es el olor de las terminaciones. Entro en la casa ahora y una química turbada flota sobre la mariposa de tu nombre, aún caliente.



[Eolas Ediciones]

En Aleteia: El clan de hierro

 

Aquí


Kinds of Kindness: primer cartel

 


miércoles, abril 10, 2024

Verdigrís, de Michele Mari

 

De Michele Mari leí un libro hace unos cuantos años: Rojo Floyd, un homenaje muy enriquecedor a la banda Pink Floyd. Verdigrís, que se acaba de traducir y publicar en Muñeca Infinita, es algo totalmente distinto. Se trata de una novela en la que el lenguaje y los dobles sentidos juegan papeles fundamentales, tanto que es así que imagino que su traductor, Carlos Gumpert, habrá sudado tinta para lograr el efecto final.

Me explico: en la novela hay dos protagonistas, Michelino, el muchacho que cuenta la historia y que vive en la casa de campo de sus abuelos, y un sirviente ya mayor, Felice, que está perdiendo la memoria a pasos agigantados. Michelino intuye que Felice guarda en la memoria, ahora casi inaccesibles, los secretos de la casa, en la que van apareciendo cosas insólitas (cadáveres con uniforme de soldado, extrañas babosas que comen carne, botellas guardadas en la bodega que quizá no contengan vino…). Pero Felice habla cada vez peor, comiéndose letras en cada palabra, lo que dificulta un poco la tarea del lector, que debe hacer un esfuerzo y completar los huecos de cada palabra como si estuviera ante un juego. Lo mejor es que Felice a menudo ensarta palabrotas y frases apartadas de lo políticamente correcto y esa variante humorística le viene muy bien al libro. Ejemplo: “¡Avellán de mis güevos! Da elt virdigrí mí pue, pero ¿y despós? ¿Cuand mí va a cas?”.  

A partir de ahí, Michelino tiene que arreglárselas mediante juegos y resortes para activar su memoria y que este hombre raro y misterioso vaya soltando los tesoros que guarda en la cabeza, en los que no faltan ciertos episodios relacionados con los nacionalismos. La novela adquiere así múltiples connotaciones sobre el pasado, el nazismo, etc. Pero para mí lo más importante es el tema de cómo un ser humano va perdiendo la memoria y llenando su cabeza de vacíos… Es algo aterrador, sin duda. Aquí va un fragmento de la narración de Michelino:

Los meses siguientes infligieron una aceleración aterradora a la tara de Felice. No tardó en llegar el punto en el que no pasaba un día sin un nuevo vacío mental: era como si el mundo fuera empequeñeciéndose poco a poco para él, perdiendo sus pedazos, pedazos que eran cosas, que eran palabras, que eran lugares, que eran recuerdos. A veces sabía de qué se hablaba, pero no era capaz de acordarse del nombre: así la lechuga pasó a ser la ensalada tierna, la achicoria la ensalada amarga y el usillo la más amarga aún. A veces retenía el nombre como si fuera un flatus vocis sin sentido, y me preguntaba qué era una azada, qué significaba ese “cagoenlaputa” que se le formaba continuamente en la boca.  



[Muñeca Infinita. Traducción de Carlos Gumpert]  

Furiosa: A Mad Max Saga: nuevo cartel

 


The Dead Don't Hurt: 2 carteles

 



sábado, abril 06, 2024

Dune [Edición ilustrada], de Frank Herbert

 

Cuando estaba a punto de estrenarse la primera parte de Dune (Denis Villeneuve), volví a releer la novela original de Frank Herbert, pero esta vez con la traducción revisada por David Tejera y una edición de lujo (la que yo leí en mi adolescencia era de bolsillo y hoy necesitaría una lupa para ver las letras), en tapa dura, formato grande y con varias ilustraciones de Sam Weber. Copié varias citas pero, por algún motivo, se me olvidó subirlas al blog. Espero que, leídas así, estimulen a leer el libro a quienes aún no lo hayan hecho:

Recordó las palabras de la Letanía contra el miedo del ritual Bene Gesserit, tal como su madre se las había enseñado: “No conoceréis el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Solo estaré yo”.

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El sauce se somete al viento y crece hasta que un día hay a su alrededor tantos sauces que llegan a formar una barrera contra el viento. Esa es la finalidad del sauce.

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“La educación proviene de la ciudad: la sabiduría, del desierto”.

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“El agua es el inicio de toda vida”.

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“Cualquier camino que se sigue con exactitud hasta el fin, conduce con la misma exactitud a ninguna parte. Escalad la montaña solo un poco para comprobar que es una montaña. Desde la cima, no podréis ver la montaña”.

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Es probable que no haya un momento más terrible en nuestra vida que aquel en que uno descubre que su padre es un hombre, hecho de carne y hueso.

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¿Qué es lo que desprecias? Por ello serás conocido.

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-La ausencia de algo puede llegar a ser tan mortal como su presencia –indicó el barón–. La ausencia de aire, ¿eh? La ausencia de agua. La ausencia de cualquier cosa a la que seamos adictos. –El barón asintió–. ¿Me comprendes, Nefud?

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Hay tres cosas que alegran el corazón: el agua, la hierba verde y la belleza de una mujer.

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“La verdadera riqueza de un planeta está en sus paisajes, en el papel que jugamos nosotros en esa fuente primordial de civilización, en la agricultura”.

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Un líder es una de las cosas que diferencia a una turba de un pueblo. Es alguien que mantiene la individualidad. Cuando hay poca individualidad, el pueblo se convierte en una turba.

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“Cuando tu adversario tenga miedo de ti, es momento de dejar sueltas las riendas de su miedo y darle el tiempo suficiente para que actúe sobre él. Deja que se convierta en terror. Un hombre aterrorizado lucha contra sí mismo. Llegará un momento en el que ataque a la desesperada. Es el momento más peligroso, pero alguien aterrorizado suele cometer un error fatal. Te estamos adiestrando para ser capaz de detectar ese error y aprovecharlo”.

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“Céntrate en el cuchillo y no en la mano que lo empuña –le había repetido siempre Gurney Halleck–. El cuchillo es más peligroso que la mano, y puede estar en cualquiera de ellas”.

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Nada de lo que había visto en aquel planeta le había dejado tan claro la gran importancia que tenía el agua. Ni los vendedores de agua ni la piel deshidratada de los nativos ni los destiltrajes o las leyes de la disciplina del agua. En aquel lugar, era una sustancia mucho más valiosa que todas las demás, era la vida misma, entremezclada con ritos y simbolismos.

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Para él, el sonido de cada gota era un instante más que pasaba. Sentía el fluir del tiempo, momentos que no podían ser recuperados. Sintió la necesidad de tomar una decisión, pero era incapaz de moverse.

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El concepto de progreso actúa como un mecanismo de protección destinado a defendernos de los terrores del futuro.

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El sentimiento de culpabilidad empieza con el miedo al fracaso.

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De pronto se dio cuenta de que una cosa era la visión del pasado en el presente, pero otra muy diferente, que la auténtica prueba de la presciencia era ver el pasado en el futuro.

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Las cosas se afanaban por no ser lo que parecían.

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-Uno de los momentos más terribles en la vida de un muchacho –dijo Paul– es cuando descubre que su padre y su madre son seres humanos que comparten un amor en el que nunca podrá participar. Es una pérdida, pero también un despertar, la constatación de que el mundo está en todas partes y estamos solos en él. Es un momento esclarecedor que lleva consigo su propia verdad, y uno no puede evadirse de ella. He oído cómo mi padre hablaba sobre mi madre. Ella no nos traicionó, Gurney.


[Nova / Random House. Traducción de Domingo Santos. Revisión de la traducción: David Tejera Expósito]     


Cartel de Cuckoo

 


Trailer de Humane

 

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Maryse Condé (1934 - 2024)

 


En Aleteia: Radical

 

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Evil Does Not Exist: 2 carteles

 



Monkey Man: nuevo cartel

 


Louis Gossett Jr. (1936 - 2024)

 


Trailer de Unfrosted

 

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Back to Black: nuevo cartel

 


Joker: Folie à Deux: primer cartel

 


Silvia Tortosa (1947 - 2024)

 


Cartel de Daddio

 


La Pasión de Cristo: 20 aniversario

 

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Cartel de Janet Planet

 


viernes, abril 05, 2024

John Barth (1930 - 2024)

 


viernes, marzo 22, 2024

Insidia, de Alexander Drake

 

No creo que haya un escritor en España que se arriesgue más que Alexander Drake. Por eso mismo utiliza este pseudónimo: en un vídeo que vi hace unos días contaba que quería separar la obra de la persona, insistiendo en que él no es lo que escribe (o no todo), que su naturaleza es otra. Este matiz es importante para quienes tienden siempre a confundir al autor con la obra, al actor con el personaje, al cantante con sus polémicas poses de venta. En este blog hemos leído todos los libros de Drake: La Transformación, Vorágine, Ocho relatos de boxeo (cuya segunda edición tuve la fortuna de prologar), Ciudad de caníbales, Némesis, Ignominia y el que ahora nos ocupa, Insidia.

En tiempos en los que el mercado editorial se ha acomodado tanto que hay un exceso de las mismas ofertas y temáticas (pájaros y jardines, piscinas y feminismo, denuncias retrospectivas y masculinidad tóxica, etc), se agradece que de vez en cuando llegue alguien como Alexander Drake y lo eche todo por tierra y apueste por personajes y argumentos que podrían ser herederos de Sade en tiempos actuales: psicópatas, adictos al porno, perdedores, machistas, pordioseros, ninfómanas… Los relatos de Drake, lo advierto ya de entrada, pueden provocar urticaria moral. Habrá lectores que se ofendan, que crean que es una autobiografía de un autor chiflado. No es así. Se trata de literatura, aunque en el caso particular de Insidia sí se deslizan algunos apuntes de experiencia cuando nos habla de entrevistas de promoción en la radio, de las miradas de las vecinas que han leído algún libro suyo o de sus recuerdos de barrio en la infancia. Sea como fuere, sus historias y sus vistazos a un mundo que no entiende (ni nadie) y al que no logra adaptarse, incomodarán a la mayoría. Vuelvo a repetirlo para que algún lector desprevenido no me eche luego las culpas si se asusta.

Hay también, en el libro, cierto aliento bukowskiano en el sentido de que sus personajes detestan la rueda de ratones que a veces conforman la rutina laboral, el matrimonio y ciertas servidumbres de la vida. Drake, al final, dispara contra todo y contra todos y contra sí mismo. El estilo que ha elegido para su obra, consistente en despojar a la prosa de retórica y aderezos, deja una escritura limpia, fluida, sin trampas de ningún tipo. Algunos a esto lo llaman “escribir muy sencillo”: pero escribir muy sencillo no es nada sencillo, sobre todo a la hora de transmitir los mensajes contundentes de cada historia, algo que consigue con creces. Se nota que es un estilo que Drake ha trabajado a tope, puliendo y recortando hasta lograr la fluidez que quiere transmitir.



[Ediciones Insurrectas]

Furiosa: A Mad Max Saga: nuevo trailer

 

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Cartel de Alien: Romulus

 


En Aleteia: Dune: Parte dos

 

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M. Emmet Walsh (1935 - 2024)

 


Boy Kills World: 2 carteles

 



domingo, marzo 17, 2024

Cartas desde el manicomio, de Dario Džamonja

 

Un descubrimiento enorme. Dario Džamonja (1955 - 2001) tenía el mismo tono literario de dos de mis autores predilectos: John Fante y, quizá en mayor medida porque ambos emigraron a EE.UU., Serguéi Dovlátov. Esto es, un tono en el que predominan una mirada llena de sarcasmo, una poética que nunca cae en el sentimentalismo y una autocrítica siempre teñida de humor, aunque el autor bosnio tiene su propia voz narrativa. Para mí, Fante y Dovlátov y Džamonja (y también Bukowski y alguno más) logran el milagro de hacernos pensar que ser un perdedor no está tan mal, incluso que posee cierto estilo que, es obvio, sólo puede conferirle la literatura.
 
A caballo entre Sarajevo y algunas ciudades de Estados Unidos, entre la guerra y la paz, entre dos matrimonios y dos hijas, Džamonja escribe vistazos, relatos, él diría cartas, en los que se resume el drama del hombre al que sorprende la guerra, del tipo que emigra, del que siente morriña de su tierra aunque allá sólo haya masacres. Un hombre que bebe en exceso y que de vez en cuando suelta genialidades, como cuando le dice a su primera ex mujer: Dijana, yo en la vida he cometido dos grandes errores. El primero fue casarme contigo y el segundo, separarme de ti. Publica Sajalín y traduce, con mucha fluidez, Marc Casals. Así comienza la historia titulada “La otra cara de la moneda”:

Soy consciente de que, para el lector, todo esto que voy escribiendo tiene cada vez menos sentido y de que, tras leer mis relatos, se pregunta, con razón:
-Joder, ¿es que en esa América no hay nada bueno?
Allí viven más de doscientos cincuenta millones de personas y nadie se queja tanto, nadie lloriquea tanto como ÉL.
ÉL, que nació en una callejuela de Sarajevo, en un piso de una sola habitación sin baño propio (solo un inodoro turco que compartía con sus vecinos); que dormía en un mismo cuarto con su padre, su madre, su tío y su tía Ana (el abuelo y la abuela dormían en la cocina, en un viejo diván); que comía carne solo los domingos, y para quien la cocinita de leña era al mismo tiempo la calefacción y el “electrodoméstico” donde le hervían la sémola con leche, un plato que odia todavía hoy.
ÉL, que se convirtió en el alimento predilecto de las garrapatas y pulgas que emergían del suelo hecho de tablas de madera cubiertas con alfombras rústicas y de las paredes que no se habían vuelto a pintar desde aquella vez en que el archiduque Francisco Fernando visitó Sarajevo.



[Sajalín Editores. Traducción de Marc Casals]

En Aleteia: Mil uno

 

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Civil War: nuevo cartel

 


Dichos de Luder, de Julio Ramón Ribeyro

 

Le reprochan a Luder no separarse de una amiga que lo atormenta.
-No puedo. A fuerza de padecerlo, nuestro infierno se nos vuelve imprescindible.

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Amar a la humanidad es fácil, lo difícil es amar al prójimo.

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Le muestran un artículo en el que se habla de todos los escritores de su generación menos de él.
-Me libré de la redada –dice Luder.

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-¿No te preocupa escribir desde hace treinta años para haber alcanzado tan minúscula celebridad? – le preguntan a Luder.
-Por supuesto. Me gustaría escribir treinta años más para llegar a ser completamente desconocido.



[La Caja Books]

Cartel de Frida

 


Las 100 primeras películas de Nicolas Cage, de Paco Alcázar y Torïo García

 

Maravilla. De cabecera para el auténtico fan de Nicolas Cage: es decir, aquellos que al mismo tiempo idolatramos todos sus trabajos y no podemos impedir reírnos con sus loquísimas decisiones (los peinados, las pelucas, las excentricidades, las pelis basura). El auténtico seguidor de Nic Cage intenta verse todo incluso sospechando que está a punto de tragarse un subproducto.

Paco Alcázar y Tönio García consiguen repasar su filmografía hasta principios de 2020 mediante comentarios jocosos y a la vez de fans absolutos sobre cada película, y acompañan a la ficha con caricaturas grandes del personaje que toque. Me he reído en cada página y me he vuelto más fan, si es que eso era posible.



[Astiberri]

Trailer de Wildcat

 

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Late Night with the Devil: 2 carteles

 



En Aleteia: Concrete Utopia

 

 

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Lista de los Oscar 2024

 

 

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The Fall Guy: 2 carteles